Seguramente alguna vez te cruzaste alguna mujer en la calle cubriéndose de los rayos solares con una especie de pequeño paragüas. De haberlo hecho, seguro también te llamó la atención, ya que su colorida fachada no pasa desapercibida… eso significa que estuviste ante la presencia de la Wagasa (和傘). Este accesorio está hecho de papel washi y bambú, los cuales le otorgan mucha liviandad (para llevarlo durante horas en la mano) a la vez que resistencia al sol.
Su historia
Introducidas en Japón por primera vez desde China durante el Período Heian (794-1185), las wagasa son un elemento reconocible y propio del arte y la cultura japoneses tradicionales. Se usaron inicialmente cómo símbolo de poder, para proteger a las clases altas de la luz solar y de los espíritus malignos siempre presentes y entrometidos, razón por la cual a menudo eran rojos – un color espiritualmente significativo.
Sin embargo, el propósito y la cultura de la wagasa se transformaron y adaptaron lentamente durante el milenio posterior, lo que resultó en las hermosas obras de arte que vemos hoy.
¿Cuántos modelos existen?
Las Wagasa se pueden clasificar en tres tipos: ban-gasa, janome-gasa y hi-gasa. Y si bien puede parecer que son todas iguales, en realidad cada una presenta funcionalidades exclusivas.
La ban-gasa es para uso “diario”. Las janome-gasa, del agrado de las geishas de Kioto, son ligeros, delicados y cómodos de llevar. Las hi-gasa se utilizan únicamente para protegerse de la luz solar y por lo tanto ya no son impermeables. La fabricación de hi-gasa es un poco diferente, pero los tres patrones incluyen muchos de los mismos componentes.
Las Wagasa se distinguen por cubiertas anchas y planas de papel washi que se tensan sobre «costillas esqueléticas» de bambú (oya hone) que se encuentran sobre un eje también de bambú. Si las miramos más de cerca, vamos a notar las partes compuestas que contribuyen a la forma general: el rokuro, que permite que el wagasa se abra y se cierre; el zukami, un pequeño trozo de papel que cubre la parte superior o atama (cabeza) del rokuro; sho hone, o costillas de soporte en el lado interior de la wagasa; el etake (mango), que envuelve el eje; y el ishitsuki, o punta reforzada del mango.
¿Cómo cuidarlas?
Para garantizar su duración, hay que mantenerla abierto en una habitación o armario oscuro y aireado. También es una buena idea asegurarse de que la wagasa esté completamente seca antes de guardarla. Además – y esto puede parecer contradictorio – es importante no dejarla secar al sol, ya que esto puede decolorar los colores del dosel de washi.
Algo a tener en cuenta es que fuera de Japón, reparar una wagasa es difícil, si no imposible. Por lo tanto, si vas a comprarte una, ¡cuidala mucho!