Como sommelier de té, me encanta traer algunas controversias a la mesa tealera, ya que existen diferentes formas de ver los hábitos de consumo que cada uno de nosotros tiene. En ese sentido, uno de los grandes interrogantes es el de entender si primero va la leche o el agua caliente a la hora de preparar un té. Casi sin pensar, alguno se preguntará qué sentido tiene tanto debate y por qué traemos un tema aparentemente irrelevante, a esta mesa de estudio. Pues paso a adelantarles que esta aparente “cuestión de orden simple” puede cambiar la percepción y apreciación de esa infusión en su boca.
Pero para no adelantarme tanto, primero daré lugar a la ciencia y luego, por supuesto, les explicaré mi opinión fundada al respecto . Por esto, ¿qué mejor que dejar que un científico británico nos ilumine con su investigación sobre el tema?!
La ciencia dice…
El Dr. en Ingeniería Química Andrew Stapley, perteneciente a la Universidad de Loughborough, llegó a la conclusión de que añadir leche al agua caliente que ya está en la taza no es la forma correcta de preparar un té con leche. Su afirmación se justifica en que la leche que se encuentra a temperatura ambiente o fría pierde muchas de sus propiedades al entrar en contacto con el agua caliente. De esta forma, la leche tomaría contacto primero con la parte superior de la infusión (que es la que se encuentra a mayor temperatura), y por lo tanto sufriría una mayor desnaturalización, lo que afectaría negativamente su sabor.
Si bien se entiende la validez científica del estudio, es también cierto que el sabor es algo muy subjetivo como para poder demostrarse fehacientemente. El efecto inmediato que tuvo este estudio fue la aparición de muchos detractores, incluso provenientes de catadores profesionales de té.
Otras visiones de especialistas indican que “la leche corta el té y hace que no lo digieras bien”, como nos señala la doctora endocrina española Virginia Vicario. Sin embargo, si no querés resignar el chorrito de leche en tu té, el escritor y especialista en alimentos estadounidense Harold McGee sostiene que “lo mejor es añadir té caliente a leche tibia y no al revés, para que la leche se caliente poco a poco y no cuaje”.
Entonces, ¿qué hacemos?
Mi opinión es que, como en toda fusión, cada parte debe estar en su punto o status ideal. Por tanto, sugiero infusionar el té por un lado, y templar la leche por otro lado. Luego, dependiendo de la proporción deseada, agregar el té a la leche. Deleitarnos en cada paso y disfrutar de esta bebida milenaria 👌✨
Y vos, ¿qué ponés primero en tu taza? ¿Vas a cambiar tu forma de consumir té con leche después de leer esta nota?
Te leo.