El mundo de la música y los perfumes comparten muchas similitudes: ambos tienen el poder de suscitar emociones, trabajan en torno a “melodías” y “armonías” compuestas por acordes de “notas”… y de hecho, el mueble donde se colocan las materias primas que utilizará el perfumista para componer sus perfumes se conoce como “órgano del perfumista”. ¡Más coincidencias, imposible!
Acá, en mi visita al órgano del perfumista de la histórica perfumería Fragonard, en Grasse (Francia).
Y al ser dos universos tan unidos, es lógico que sensorialmente nos generen recuerdos tan diversos, de esos que dejan huella y se quedan con nosotros para siempre. ¿Alguna vez te preguntaste cómo sería verlos juntos en acción?
Bueno, hoy te traigo lo que considero es una brillante fusión de ambos: en el año 2012, más precisamente en la ciudad de Linz, hubo una instalación de arte llamada “Smeller 2.0”. En ella, un órgano gigante emitía esencias en lugar de notas musicales.
¿Quién fue el artista detrás de esta genialidad? El berlinés Wolfgang Georgsdorf, quien lo desarrolló durante más de 15 años mediante un sistema de tubos y cámaras en dos bloques con docenas de cámaras fuente y conductos de aire controlables individualmente. Dichas cámaras están controladas electrónicamente por una computadora a través de más de cien válvulas magnéticas que gestionaban la salida de los aromas. Lo más impresionante es que este órgano puede reproducir y representar olores en secuencias de cualquier duración: basadas en el tiempo, controladas y sin desenfoques ni demoras involuntarias.
La experiencia
Como bien lo describe el creador en su web, se trata de “desprender música pura para el olfato, abstracta o narrativa, además de ofrecer más posibilidades de combinar aromas y mezclarlos con sonido, imagen, cine, teatro o danza”.
Y como podemos ver, no sólo es sorprendente por su naturaleza innovadora desde lo olfativo, sino que también se impone visualmente.
Un visitante describió la experiencia de la siguiente manera:
“Una brisa fresca, suave, apenas perceptible recorre la sala, inoculada con códigos de identidad y auras sugerentes de atmósferas y momentos, de tiempos y espacios, cada uno apoyado y sostenido por sus sonidos inmediatamente reconocibles. En los rincones de la habitación se mezclan tristes remolinos de aire cargado de olores, entrelazándose lenta e invisiblemente”.
¿Visitarías esta obra? A mí me dan ganas de tomarme el primer avión que salga a Austria para verlo en persona ♥